Lo sabe porque oye las gotas inmolarse contra la ventana.
Quizá en nombre de Neptuno. Sólo son chicas jóvenes que buscan su propia
salvación. Sabe que llueve porque huele la humedad. Porque siente la humedad,
pegajosa y repugnante, como sus dedos.
Llueve dentro del baño ahora que la ventana está abierta. El
aire frío acaricia su piel, erizándola, recordándole que está viva. Eso le
encanta.
Llueve también en los ojos de la extraña que le juzga en el
espejo. Llueven cristales. Llueven lágrimas que saben a mar embravecido
rompiendo contra las rocas. Muriendo furioso, matándose por rutina.
Llueven bilis y pesadillas en el bidé. Le arden las
costillas. El ambiente se impregna con olor a putrefacción. A sal. A tierra
mojada, a gusanos, a madera.
A sangre.
Llueve dentro del baño. No huele nada. No oye nada, no
siente nada. Pero ella sabe que está lloviendo.