sábado, 31 de diciembre de 2011

¿Quién tuvo la culpa?

Bebe y resiste, pues da igual, da igual... De fondo escucho al viejo Kase repetir una y otra vez esta frase y, claro, son las 4.22 de la mañana, me da por pensar.
Quién tuvo la culpa, ¿eh? ¿la culpa de qué? De qué va a ser, la culpa de todo. No de un todo reducido, como todos los idiotas que van a conciertos de El canto del loco o de todos los zombis que sostienen la defensa de la casa real -que me perdone SM Melchor Juan Carlos, sólo las instituciones que se pueden considerar como tal van en mayúsculas- hablo de un todo que concibe desde un grano de arroz hasta una paella, de un todo intangible, similar a las veces que soñé con tus bragas en frías noches como la de hoy. De un todo superlativo, de un todo irreal, de un todo que funciona como triste excusa o como verdad absoluta. De un TODO en mayúsculas. De eso que tú mismo llamas vida, como diría Tim.

Bebe y resiste, pues da igual. Mi parte favorita y la que puede llevar a más engaños pues realmente parece una rendición aceptando que el todo funcione mal, admitiendo que da igual, ¿o no? Pues no.
Es el lamento sangrante del individuo que no aguanta más que el todo sea un puto chiste. La plegaria suicida de un poeta que sólo tiene esta noche una botella de ron sin etiqueta y pensamientos impuros dirigidos por Quentin Tarantino en los que tu bajo ombligo actúa como actor principal. De un soñador atormentado que necesita beber para evadirse y no meter la cabeza en el horno, que anhela acabar la noche empapado en vómito sin recordar su propio nombre, para así poder resistir.

Ya habrá tiempo de luchar otro día, ¿Quién tuvo la culpa? Da igual, tú bebe y resiste. Un día más.

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